miércoles, 6 de febrero de 2013

REMEDIOS CONTRA LA CRISIS



                REMEDIOS CONTRA LA CRISIS

                DE OBLIGADO CUMPLIMIENTO
       
         Desde lo más profundo de mi corazón, me aguijonean algunas ideas que si no las dejo salir amenazan con darme un puntillazo con remate de estocada.
         
         Ahí van algunas de ellas:
        
         De obligado cumplimiento para todos los políticos que piensan que, una vez que les prestamos nuestro voto ya tienen derecho de acomodo en la poltrona para hacer lo que les de la gana, a mí entender, han de cumplir los siguientes requisitos:
       
        Vivir seis meses en una casa de treinta metros, disfrutar del sueldo base y, de él, pagar su condumio, luz, agua, gas, averías, que haber las hay; además de pagar los impuestos que les corresponda, con los que hay que cumplir como  buen ciudadano.
      
        Superada esa minucia, ¡hala! Un contrato de prueba como el que las empresas requieren a los obreros, en el que demuestren su valía. Si son buenos gobernantes, a gobernar para todos; si en el tiempo estipulado no dan pié con bola, y más que gobernar desgobiernan, al paro sin liquidación.
      
       Si por un “casual” al ex le sale un contrato en una empresa de esas que pagan con generosidad pringues dividendos a “altos” ejecutivos, ex presidentes; ¡quieto parado! Incompatibilidad de sueldazos. 
      
       Prohibido toda esa riestra de millones que los “altos” directores de bancos, “altos” consejeros de empresas se reparten dejando al personal y a los ciudadanos con tres cuartos de narices y sin la posibilidad de conseguir un crédito para salvar su casa. Los banqueros se quedan con las casas de los pobres que pierden su trabajo, y no son a pagar la hipoteca. No contentos con el piso, el parado se queda sin casa, con el culo en la calle y con la obligación de seguir cebando al banco. Ese robo a sacos llenos tiene que estar prohibido por ley.
       
        Qué decir de las empresas que no se ven llenas y se marchan a ofertar trabajo a los pobres de los países pobres. Ya saben; los que trabajan jornadas de matacaballo doce, catorce o dieciséis horas sin atreverse a levantar la yugular. A dichas empresas no les duele prenda dejar tirados a los trabajadores de aquí. Arguyen que están hartos de nosotros, que hay millones y millones de hambrientos dispuestos a doblar el espinazo por un plato de  arroz y una corteza de pan.
        Luego quedan las tribus de acaparadores que no se conforman con el sueldazo que avergüenza hasta a las piedras del camino. Los que roban a saco lleno los cuartos que pagamos entre todos. Para esos, leyes duras y a devolver con los réditos lo que no les pertenece.
        
        Fuera especuladores que les da lo mismo dejar con el culo al aire a una familia como a una nación con tal de llenar su cuenta bancaria. Si ésta amenaza con reventar, no sean ilusos. ¿Para qué están los paraísos fiscales?
     
      Escuchar telediarios y leer la prensa es de infarto. Guerras y más guerras. Hambre y más hambre enquistada en la médula y en los ojos de millones de desarrapados al borde del despeñaperros sin un solo resquicio de amarre al que asirse.
       
       Mientras los gobernantes afanan millones, todos los millones para comprar armas capaces de matar hasta al lucero del alba que ose pestañear.
     
      En torno a mesas engalanadas de copete y tronío, los mandamases, acomodados en un barullo de intermitentes codazos, de dimes y diretes, se enzarzan en vacuas discusiones que no pasan de promesas rezumando estiércol y manos que hieden a muerto.  
       
        ¡Qué quieren que les diga! Me apetece volver al principio de esta historia.
         Recuerden:

      De obligado cumplimiento. A lo mejor sólo es el principio pero, el que no de la talla para gobernar, cero prebendas y hacer cola en las puertas del paro.                                                                  
                                                           
                                              
                                                    


REMEDIU ESCONTRA LA CRISIS

                             



                                        
                                                REMEDIU ESCONTRA LA CRISIS   

  D`OBLIGÁU CUMPLIMIENTU


 Dende lo fondero del mio corazón, pínchenme dalgunes idees que si nun les dexo salir amenacen con dame un puntillazu con remate d`estocada.
    
       Ehí van dalgunes d`elles:
     
D'obligáu cumplimientu pa tolos políticos que piensen qu`una vez que-yos damos de prestáu'l nuestru votu yá tienen derechu d`acomodu na poltrona y facer lo que-yos pete, han de cumplir los requisitos darréu:
      
 Vivir seis meses nuna casa de trenta metros, disfrutar del sueldu base y, d'ehí, pagar cebera, lluz, agua, gas, averíes, qu`habeles hailes; amás de los impuestos que-yos correspuenda, colos qu`hai de cumplir como bon ciudadanu.
      
 Superada esa caxigalina, ¡hala! Un contratu prueba, como'l que les empreses requieren a tou obreru, onde demuestren la so valía. Si son bonos gobernantes, a gobernar pa tol mundu; si nel tiempu estipuláu nun dan pie con bola, y más que gobernar desgobiernen, al paru ensin lliquidación.
      
Si por un casual al ex-y sal un contratu nuna empresa d'eses que paguen con xenerosidá pringues dividendos a  “altos” executivos, ex presidentes: ¡quietu paráu!: incompatibilidá pa cobrar.
       
 Prohibida toa esa riestra millones que los “altos” direutores de bancos, “altos” conseyeros d'empreses se reparten dexando al personal y a la ciudadanía con tres cuartos de narices, ensin la posibilidá d'algamar un créditu pa salvase de perder la casa. Los banqueros queden coles cases de los probes que pierden el trabayu y nun son a pagar la hipoteca. Non contentos col pisu, el paráu queda ensin casa, col culu na cai y cola obligación de siguir cebando al bancu. Esi robu a sacos enllenos tien que tar prohibíu por llei.
     
Qué dicir de les empreses que nun se ven fartuques y marchen a ufiertar trabayu a los probes de los países probes. Yá saben: los que trabayen xornaes de matacaballo, doce, catorce o dieciséis hores ensin atrevese a llevantar la xugular. A diches empreses nun-yos duel prenda dexar tiraos a los trabayadores d'equí. Aguyen que tán fartos de nós, qu'hai abondos famientos dispuestos a doblar l'espinazu namái que per un platu arroz y un corteyu pan.
        
 Llueu queden les tribos d'acaparadores y falcatrúes que nun se conformen col sueldazu qu'avergoña hasta a les piedres del camín. Los que roben a sacu enllenu los cuartos que pagamos ente toos. Pa esos, lleis dures y a devolver colos réditos lo que nun ye d`ellos.
     
Fuera especuladores que-yos da lo mesmo dexar col culu al aire a una familia o a una nación con tal de medrar la so cuenta bancaria. Si esta amenaza con reventar, nun seyáis ilusos. ¿Pa qué tán los paraísos fiscales?
       
Escuchar telediarios y lleer la prensa ye d'infartu. Guerres y más guerres, fame y más fame enquistada na médula y nos güeyos de millones de desarrapaos al borde`l cantil ensin un solu resquiciu d'amarre al qu'agarrase.
         
Mientres los que gobiernen afanen millones, tolos millones pa comprar armes capaces de matar al lluceru del alba que s`atreva a pestañear.
           
En tornu a meses engalanaes de copete y troníu, los mandamases, acomodaos nun barullu d'intermitentes coldazos, de dimes y diretes, en discusiones vacíes que nun pasen de promeses rezumando cuchu y manes que fieden a muertu.
          
Petezme dir al principiu d'esta historia. ALCUÉRDENSE:
         
D'OBLIGÁU CUMPLIMIENTU. A lo meyor ye sólo'l principiu pero, el que nun dea la talla pa gobernar, cero favoritismos y a facer cola nes puertes del paru.                                                                   
                                             

                                              
                                                                                                                                                                                              
                                                                                    
  
         
         
        
  
  

lunes, 4 de febrero de 2013

¿MOSCONES....?

             

             ¿MOSCONES EN SEPTIEMBRE...? 
    ¡Qué bárbaro! La elección del tema se las trae -pensé al ver la encomiendita de marras-. Hoy toca escribir sobre los moscones. ¿He de decantarme por alguno de los insectos dípteros, de cuerpo negro, cabeza elítica, más ancha que larga?
   
      ¡Ufff, que horror! Aunque si mal no recuerdo, el tema es otro:
       
   ¿Qué pasa con los moscones en septiembre? O, ¿a los políticos se les debe exigir que, para hacer política, no tengan padre ni madre, ni hermanísimo ni parienta?
 
    ¡Qué va, qué va! Cuando un cabeza elíptica llega a la política, le salen parientes hasta de debajo de las piedras. O amigos, o amiguetes de los que no tenía constancia. Todos reaparecen como si no hubiera pasado el tiempo. Como los moscones, una vez llegado septiembre, piensas que se han ido para no volver, pero, ¡zas!, cuando menos te lo esperas, los puñeteros que creías alicaídos y aletargados, se han sometido, por si las moscas, a una cura de sueño reparador que les da fuerza para lanzase de nuevo a picotear tu cara, sorber tu sopa, o cagarse en el filete que tienes en el plato, como si tal cosa. Porque ellos están convencidos de que este despliegue de atenciones no son más que agasajos para que les permitamos campar a sus anchas´
     Me está dando un repelús llegar a esta conclusión sobre la supervivencia de los moscones al llegar septiembre. ¿Los políticos no serán parientes de estos insectos? ¡Mira por dónde comienzo a mosquearme! No me queda otra opción que recapitular:
     
     Cuando a un aspirante a político comienza a entrarle el gusanillo de hacer política, “bien sabido es”, como decía el insigne caballero don Quijote, que reparte agasajos a diestro y siniestro. Picoteos, besitos de pacotilla aquí y allá. Se pasea por los mercados regalando apretones de manos. Hace la venia a los feriantes, mordisquea gratis la fruta. Olfatea el pescado. Babea ante la presencia de un filetón de buey… No le hace ascos a nada, caramba. Pero, ¡ay! Cuando consigue que le prestemos nuestro voto... Una vez arrellanado en el sillón, le entra un hartazgo del picoteo insulso que no se puede aguantar.
     
      Ha probado los manjares gratis… Están de buenos que te mueres. Pero, ¿por qué privarse? Los manjares están a su alcance. Las oportunidades crecen como hongos y tal parece que le digan: cómeme antes que otro díptero se los trague. ¿Qué no tiene parientes con quién compartir o simular que comparte? ¡No fastidien! Se dará la gran vida y seguro que los parientes llegan como moscas a la rica miel.

Lo que hay que exigirles a los políticos es decencia, y si no, que se dediquen a la cría de gorrinos para que convivan a manotazos con las moscas.
   

                                                         

SOY DE PURA CASTA

                                                                        
                                                                     Describir un instrumento musical.
            
       Comienzo a sentir pena de mí misma. Me creía la Reina de los sentidos y me he convertido, por la necedad de mi dueño, en la reina silenciosa. Atrapada en un escaparate y sometida a toda clase de blasfemias de un populacho inculto. Me da en los clavijeros que el tendero, o no tiene lo que hay que tener -quiero decir, arte- o me tiene desatendida.
        Todos mis trastes se ponen en alerta cuando observan que entra por la puerta de esta tienducha un posible comprador y mi dueño, vamos, que ni me ofrece.
        
      Inaudito, no me lo puedo creer. Estoy tentada a romper con las cadenas de este encierro dejándome caer a revolcones a los pies de este mozarrón con la única intención de que sus delicadas manos acaricien la esbeltez de mi talle. Pero no. Una Reina ha de conservar la dignidad hasta en los momentos más aciagos de su vida. Y yo soy una Reina de pura casta. Manos expertas han labrado mi cintura con el fin de que las más perfectas sintonías emanen de cada parte de mí. Dada la esbeltez de mi cuerpo, los legos en entendimiento de arte, creerán que soy anoréxica. Nada más lejos de la realidad. Mi sonido es limpio y estoy patentada. Los dos cuerpos  labrados a cincel por expertos ebanistas, han decidido en cónclave de honor, que somos la pareja perfecta dispuesta a darse el sí para siempre. Y el mástil, erguido y expectante, ejerce como vigía bien sujeto con el diapasón.
       
        Sinceramente creo que mi cabeza, confeccionada con purísimo cedro y que remata de forma perfecta el mástil, es mi mayor tesoro. Dura y delicada a la vez, en ella descansa el mástil y la matriz de la que nacen gloriosas mis seis cuerdas, bien enderezadas por los diecinueve trastes encargados de que por mi boca florezcan sonidos delicados, como el Blues, o estruendosos como el Rock. A mí no me camela ninguno de los dos. Yo soy flamenca de pura cepa. ¿Qué puedo hacer mientras mi condenado amo me tenga retenida en esta urna  de cristal?     
      
       Ah, que no; a mi lado me contempla embobado un muchacho  que se empeña en que quiere probarme.
    
       -No creo que sea para usted –le dice con un mohín de enfado este hombre que me tiene secuestrada-. Es valiosísima, la mejor, la más cara.
     
       -Será mamarracho –pienso furiosa ante las argucias de mi amo para no liberarme de esta cárcel tremebunda-. Para mi sorpresa, los temores se volatizan como ascuas en la nieve. En unos segundos, las delicadas manos del mancebo se hacen con todos mis trastes y, ¡Aaaayyyy…! me posee apasionadamente dejando que las cuerdas vibren y se expandan a través de mi boca en un quejido liberador.    
       
      Sobra decir que termino estremecida y arrobada de placer. El muchacho se ha quedado prendado de todas y cada una de mis sintonías. Mi dueño, celoso de su posesión, me tenía secuestrada. Anulada. Yo nací para que manos expertas me toquen, hurguen en mi cuerpo hasta que las cuerdas ajustadas en su justa medida, se hagan con mi punto G. vital para amplificar los tenues  sonidos que emiten cada uno de mis sentidos.   
     
      Qué desfachatez. Atreverse a secuestrar a una Reina bruñida a cincel por expertos y delicados trasformistas de la magia. ¡A una Reina de pura casta! ¿Qué se habrá creído este sujeto, celoso de unas manos expertas en tocarme?  


                                             Los datos para escribir este trabajo los tomé prestados de Internet.



ADICTA A LA PALLABRA ESCRITA

          
     Finalista del II Concursu de Cuentos Curtios l`Horru del Carbayedo 2008


Güei apetezme escribite a ti:
            Dempués de tantu tiempu d’adicción a ti, nun puedo dexar que sigas faciendo a destayu lo que meyor sabes facer. Como especialista semar engaños, crees les tos mentires. L’adictu nun tien cura, camientes reventando los mios oyíos y tu a min fáciesme falta hasta p’alendar.
            Mentirosu.
            Al entamu fixéronme falta munchos güeyos pa dame cuenta de que, querer ye poder. Tresformada mesmamente en min abrazo la vida cola esperanza de da-y un reflexu de lluz a esti mundu fartu de posesión y engañu. Entá asina quiero que sepias que sigo cola mesma costume –quietu, nun toques a deliriu enantes de que repiquen les campanes.
           
      Seliquina entrugo amoradina la pallabra escrita, nun puedo pasar d’ella. Quiero la verdá ensin solombres nin amenaces. Adoro’l papel blancu col rellume del que fala a la llibertá ganada mentantu’l sangre de les víctimes sigue regando la tierra escarnecío.
           
       Dende llonxe, cuasi una vida, tas col afoguín de caltrir la mio dignidá de muyer llevándome a escaecer na tierra regao por ti con cachos de naranxes amargues. Puede qu'un t’alcuerdes nin del mio nome, nin te fatigue nin migayu d’interés n’enterate. Déxame que te refresque la memoria:
       
      Alcuéntrote na cai de la ilusión en llinia col infiernu ensin salida. Ensin salida pa min, esbaries metanes la llocura. Alcuérdate que m’eslizaba de los tacones cuando decidí beber de los tos güeyos. Prestábame presumir de mozuca y nun cuntaba nin quince años. Una neña que necesita l’hombru d’un home que nun-y duelga miga presumir de muyeres ensin estrenar, tan bones pa esbabayar nelles.
           
           Y asina hasta que la muerte nos separe,  xuresti, namái que llanté la mio firma mesmamente nel minutu de nun alcontrame a min.

         Azorráu emprincipies a texer una telaraña enriba min. Tú yes l’amu. La heredá dexótela to padre. La mio facienda nun ye más que la dote alcordada, p’asina medrar a costa de mio. A cambiu del  trueque cuidaríes de min.
           
        Nel principiu aguyabes que la doma cola que m’aplastesti ensin reparu nun ye más que’l frutu del amor. Tabes enamoráu de min como un pazguatu y nun dibes  permitir que m’esbarrancare pel cantil como una tonta ensoñadora y namorada. Namorada de ti. Tu yeres el mio príncipe. El que me diba fartucar d’amor y felicidá.
           
      Nun minutu la tierra frío caltrió les llinies marcaes. Como una sacavera marquéstime’l tayu fríu. Alcuérdate. Trabayu duru, la tierra ye agradecío, pero ¡cuidáu…! Nin se m’ocurra gorgutar.
           
      Poquiñín a poquiñín los tos güeyos claros tórnense nun gris aceráu. Muerdes la risa, mentantu les tos manes m’arranquen el pelleyu del mio cuerpu abellugáu d’abandonu. Tas dientro min. Cómesme y vomítesme. Fadrás de min un puñáu d’astielles, nun vas dexar nin un res….y ¡a por otra qu’hai abondes!
           
       Allegrábasete’l cuerpu fustigándome cola vara d’ablanu, dende los pies a la cabeza, mentantu l’alma ruempe a pedazos. Tú yes l’amu. ¿Quién va faceme casu…?
           
       Nun retruques -esbabayabes cuspiendo les pallabres-. Nun sirves nin pa la cama. Nun sirves nin pa parir un nenu. Nun sirves nin pa dame gustu.
           
      Amoriada fartuquéme de llárimes. Nun sabía de min. Los farrapos recueyen ablucaos el mio cuerpu. La tierra escaecío ruempe recoyendo na so barriga les mios llárimes.
           
      -Van criticate en pueblu –retrucabes furiosu-. Xuro pal que quiera oyer, que dexesti abondo tiempu la casa sola, esquicies mientres ruempes la vara d’ablanu nes mios piernes. Y agora tápate con un pantalón nun se t’ocurra dir perhí con esa facha.
           
      Xiplabes mientres me dixebres el pelleyu col llátigu. Col últimu zarpazu esparramóse la vienda de los mios güeyos y como a un foriatu mal paríu escupite enteru de min -¿creyíes que nun yera a ello? Querer ye poder –dizme’l mio corazón-, y non hasta que la muerte nos separe, -la mio muerte, sentenciesti-. Y nun te preocupes polo que digan les persones decentes. Tamién equí, y nun lo duldes, alcontré una mano amiga. Una mano preparada pa semar lluz y esperanza.
           
       Pasáu'l tiempu, la mio pluma fiel trestocó a dentellaes la mio adicción a ti pola denuncia. Nun vas alcontrar furacu onde escondete. Gracies al aceru de los tos güeyos, na ruindá de la to sonrisa xabaz,  atopé la mio llibertá. Agora abrazo la vida y respiro l’aire acabáu de nacer. Naide y menos tu, va pesllar la mio vida enantes de vivir.