miércoles, 25 de diciembre de 2013

EL VALOR DE LA IMAGEN



EL VALOR DE LA IMAGEN

Artículo publicado en prensa el  1—6—2005. 

El dicho popular de: “una imagen vale más que mil palabras”, se hace realidad ante mis ojos. Es una imagen real, llena de gozo. Es el comienzo de las vacaciones de fin de curso cuando las playas se pueblan de chiquillos que retozan chapuceando a la orilla del agua. Revolcándose en la arena, mientras los mayorcitos le pegan al balón. La alegría y el griterío florecen  en la playa. Nada ni nadie tiene la sensación de que esta imagen esté amenazada por buitres carroñeros capaces de hacer trizas a la inocencia.

Esta reflexión me asalta porque, cada dos por tres, las fieras de dos patas y corazón de plomo, se incorporan en las portadas de los periódicos. Un día es Nany-sex que se anunciaba como: canguro rapaz y cachet asequible para cualquier familia que precisara de sus servicios. Ya se encargaría él de que su “trabajo” fuera más que rentable. Nany-sex se derrumbó, firmó el agente de policía ante el alubión de pruebas irrefutables de sus orgías,  y confesó que su proeza fue la de, “violar y grabar para compartir con sus secuaces, a más de cien niños, entre los que se cuentan bebes”.

“Esa incalificable gentuza —escribió el periodista Manuel Alcántara, en referencia a Nany-sex—, no son enfermos mentales. Su dolencia es la maldad”.
“Como juez nunca había visto imágenes de tanta brutalidad” —ha dicho el ministro del Interior, José Antonio Alonso.

La Voz DE AVILES con el título: “Aberración y castigo”, se pregunta: “Si los monstruos que cometen actos de esta categoría volverán a pisar la calle al cabo de pocos años”. Sus zarpas carroñeras se encuentran ubicadas en Murcia, Orense y Barcelona.
Cuando creemos que el aire comienza a ser respirable, los titulares de los periódicos nos alertan de que las bestias continúan mordiendo allá donde se tercie. “Esto no es más que el comienzo”, afirman los expertos en esta mugre de indeseables. Mientras son detenidos en dieciséis comunidades, 186 tipos, tres de ellos asturianos, entre los que se encuentran estudiantes, profesores, funcionarios y un sin fin de calígulas de la peor especie.
Según la prensa, los datos que se barajan no son nada tranquilizadores. Sí es cierto que 35.000 españoles están bajo sospecha de largarse, en sus ratos de ocio, a países con hambre de pan y criaturas que ofrecer a  precio de saldo.
La imagen que hoy tengo ante mis ojos me llena de gozo, y me desasosiega a la vez. ¿Qué malévolo y ruin gusano puede alterar la alegría que por derecho le pertenece a toda criatura inocente e indefensa?

Los niños jugaban en la playa felices y ajenos a las víboras que pueblan nuestro planeta. Decía nuestro insigne caballero, Don Quijote que, “el buen Dios no hace diferencias, y hace salir el sol para los buenos y lo malos”.
Pues no. No puede salir el sol para alumbrar a los que su máxima es practicar la perversión más abyecta contra inocentes para luego vender las imágenes de su infamia a los de su calaña. Su lugar son las cloacas a las que han opositado pletóricos de maldad.

                                          Luisa Méndez Fernández
  



        

miércoles, 4 de diciembre de 2013

LA CIUDAD QUE SOÑAMOS




LA CIUDAD QUE SOÑAMOS

Cuidado: ¿Quién ha dicho que soñar no cuesta nada? Si el poeta Calderón de la Barca dejó bien claro que “los sueños, sueños son”, atreverse a bucear por los vericuetos de nuestra mente, así como quien recorre una alcantarilla sin vías de retorno y despertar rodeados de nuestro propio estiércol. No sentir que el sueño nos ha jugado una trastada. Que la cruda realidad sigue vigente. Que un duro de los de antes nada tiene que ver con un euro y que, al paso que vamos, nuestra despensa se llenaba más con el duro que con el inflado euro.
La Ciudad que soñamos para hoy. Para que nuestros hijos continúen la obra provistos de unos sólidos cimientos. Hasta la mala argamasa puede dar excelentes frutos si la pulimos con nuestras manos, ávidas de posibles sueños. Dispuestos a soñar con los ojos abiertos y aderezar con pulcritud lo que escupen, como si se tratara de un despojo, las grandes, y a veces no tan grandes Ciudades.

Sin el más mínimo recato termina de pasear por la caja tonta el suministro de agua servido en el vientre de una cuba, a los habitantes que “viven” adosados a una de estas idílicas ciudades. La cantimplora, el barreño y el caldero ferruñoso zambullido en el improvisado aljibe lleno del líquido vital para la subsistencia. La señora que afirma que el grifo de su casa lleva décadas más seco que la teta de su abuela y, por lo tanto, prohibido bañarse. Un señor renqueando afirma que, en sus setenta años, en su casa jamás se encontró, ni por casualidad, con una ducha.

¡Estamos apañaos! Billones de euros despilfarrados campean a su libre albedrío, como Don Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid Campeador a lomos de su caballo Babieca. Trillones de dólares para defensa. Según datos de prensa, Jacques Diof –secretario general de la FAO —afirmó que, “con el 2% del gasto militar se acabaría con el hambre en el mundo”. A años luz de la guerra contra el terror, se calcula que los gastos para matar asciende a cifras escalofriantes. A más millones, más muertos.

Y aún resuenan campanas de que la situación en los campos desvastados por la metralla y la sinrazón no es idílica, pero sí muy buena.
Que el 2% del vergonzoso presupuesto para matar, puede y debe ser reconvertido en billones de hogazas de pan para los que no tienen nada para vivir —sólo ametrallados con carne de cañón me sitúa en una interrogante difícil de evadir:

Cuidado: proliferan los gobernantes adictos a protegernos de los malvados. Gobernantes que gobiernan al compás de los tambores de guerra y muy lejos de los campos de batalla. Y más aún de compartir mesa sin mantel con billones de desarrapados, haciendo oídos sordos mientras riegan los campos de batalla de cadáveres. Cuerpos  mutilados sin un mendrugo de pan que llevar a la boca.

Soñar demasiado puede costar más de un batacazo. Vamos a soñar con los ojos abiertos que la Ciudad y sus apéndices sea cada día un poco más habitable.

La paz es posible restando a los presupuestos para la guerra el 98% para vivir una vida digna. El 2% restante par uso y disfrute de mesa y mantel para compartir la paz.

                           Luisa Méndez Fernández