EL VALOR DE
LA IMAGEN
Artículo publicado en prensa el 1—6—2005.
El
dicho popular de: “una imagen vale más que mil palabras”, se hace realidad ante
mis ojos. Es una imagen real, llena de gozo. Es el comienzo de las vacaciones
de fin de curso cuando las playas se pueblan de chiquillos que retozan
chapuceando a la orilla del agua. Revolcándose en la arena, mientras los mayorcitos
le pegan al balón. La alegría y el griterío florecen en la playa. Nada ni nadie tiene la sensación
de que esta imagen esté amenazada por buitres carroñeros capaces de hacer
trizas a la inocencia.
Esta
reflexión me asalta porque, cada dos por tres, las fieras de dos patas y
corazón de plomo, se incorporan en las portadas de los periódicos. Un día es
Nany-sex que se anunciaba como: canguro rapaz y cachet asequible para cualquier
familia que precisara de sus servicios. Ya se encargaría él de que su “trabajo”
fuera más que rentable. Nany-sex se derrumbó, firmó el agente de policía ante
el alubión de pruebas irrefutables de sus orgías, y confesó que su proeza fue la de, “violar y
grabar para compartir con sus secuaces, a más de cien niños, entre los que se
cuentan bebes”.
“Esa
incalificable gentuza —escribió el periodista Manuel Alcántara, en referencia a
Nany-sex—, no son enfermos mentales. Su dolencia es la maldad”.
“Como
juez nunca había visto imágenes de tanta brutalidad” —ha dicho el ministro del
Interior, José Antonio Alonso.
La
Voz DE AVILES con el título: “Aberración y castigo”, se pregunta: “Si los
monstruos que cometen actos de esta categoría volverán a pisar la calle al cabo
de pocos años”. Sus zarpas carroñeras se encuentran ubicadas en Murcia, Orense
y Barcelona.
Cuando
creemos que el aire comienza a ser respirable, los titulares de los periódicos
nos alertan de que las bestias continúan mordiendo allá donde se tercie. “Esto no es más que el comienzo”, afirman
los expertos en esta mugre de indeseables. Mientras son detenidos en dieciséis
comunidades, 186 tipos, tres de ellos asturianos, entre los que se encuentran
estudiantes, profesores, funcionarios y un sin fin de calígulas de la peor
especie.
Según
la prensa, los datos que se barajan no son nada tranquilizadores. Sí es cierto
que 35.000 españoles están bajo sospecha de largarse, en sus ratos de ocio, a
países con hambre de pan y criaturas que ofrecer a precio de saldo.
La
imagen que hoy tengo ante mis ojos me llena de gozo, y me desasosiega a la vez.
¿Qué malévolo y ruin gusano puede alterar la alegría que por derecho le pertenece
a toda criatura inocente e indefensa?
Los
niños jugaban en la playa felices y ajenos a las víboras que pueblan nuestro
planeta. Decía nuestro insigne caballero, Don Quijote que, “el buen Dios no hace diferencias, y
hace salir el sol para los buenos y lo malos”.
Pues
no. No puede salir el sol para alumbrar a los que su máxima es practicar la
perversión más abyecta contra inocentes para luego vender las imágenes de su
infamia a los de su calaña. Su lugar son las cloacas a las que han opositado
pletóricos de maldad.
Luisa Méndez Fernández