viernes, 1 de marzo de 2013

UN SEGUNDO


UN SEGUNDO

Estaba enamorada, o creía estarlo, hasta un segundo antes de que sus puños rebotaran contra mi cara.

Medio segundo para reconocer en el espejo los restos de mi cara.

El desencadenante de su furia, según él —que como siempre está en posesión de la  verdad—, son mis platos en el fregadero.

        La sopa demasiado caliente le escama, y, por supuesto, a él no le gusta el calor.

Mi trabajo le trae al pairo.

 Las inevitables horas apretujada en el metro son mi problema.

Los garbanzos para el almuerzo, es cosa de mujeres.

Mi obligación es atenderle a él, a cuerpo de rey, para eso es el rey.
      
Necesito medio segundo más para traspasar la puerta dejando al rey descompuesto y sin esclava.









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