¿HAY QUE AGUANTARSE…?
¿Hay que
aguantarse con lo que está cayendo? Esta es la tónica que últimamente se
repite en todos los mentideros, que lanza al sufrido "escuchante" a bucear cada
día en la prensa escrita, a escuchar noticias de
última hora no vaya a ser que las “parientas” de las que no se tenía pajolera idea,
se nos tiren a la yugular —entiéndase por “parientas”, primas de alto riesgo, subidas
y bajadas de la bolsa, rescates, amén de asistir como papanatas a los debates
televisivos en donde los tertulianos se despachan a gusto exponiendo, con mejor
o peor criterio, lo que se cuece en nuestra piel de toro, cada día más parecida
a la de un becerro apaleado.
De
cuando en cuando intervienen personas sesudas a las que el respetable pide
utilicen palabras sencillas para que entendamos eso tan grave que amenaza a
nuestras pobres entendederas y de la que, para no variar, se van a librar los
que siempre se libran de sus propios tejemanejes.
Y entre
chaparrón y chaparrón, dimes y diretes, se cuela la preguntita de marras: ¿De dónde
proviene el cordón umbilical presto a descalabrarnos? Menos cachondeíto, por
favor, y sean todo oídos.
Digan si entre la barahúnda de opinantes, no
sienten en falta la palabra de alguno de los cerca de cinco millones de
parados, cuyo mayor pecado fue pensar que con su trabajo iba a poder comprar
una chabola, con opción a pagar en treinta o cuarenta años.
—De dónde
habrán salido tantos majaderos —regurgitan incansables miles de avispas cajoneras,
dispuestas a dar puntillazo si nadie escucha sus arengas.
¡Pues
no! Demasiado manida la historieta del ladrillazo, caramba. Esto sólo está en
la cabeza de los que tienen ante sus ojos un bisoñé de musarañas y no tienen los
redaños que hay que tener para cantar las verdades, caiga quien caiga, y pese a
quien le pese.
Y ante
nuestros ojos se abre la Caja de Pandora trasmutada en reptil que afirma, sin
el menor sonrojo, se ha engullido nuestro “estado de bienestar”.
De su "banduyo", en vez de un sabrosote pan,
salen sapos pestilentes que devoran hasta el último tentempié. No se preocupen —nos
dicen los que saben manejar como nadie nuestra calderilla—, que si nos han
confiado sus ahorrillos, afuera preocupaciones y a vivir que son dos días.
¡Uffff…!!!
Se percibe un cierto hedor a podrido en el mercadeo de sujetos “capacitados” en
el manejo de todo lo divino y humano. A saber: banqueros, altos directivos,
consejeros, supervisores y políticos de medio pelo y mejor fuelle. Señores y
señoras, de supuesta honorabilidad, que no tienen empacho en no tener empacho y
disfrutan de viajecitos y hotelazos sin tener mala conciencia con los que han
perdido su trabajo y, a renglón seguido, su chabola sin otro horizonte que
hacer de “ocupas” junto a su familia, en las frías baldosas de la calle.
Cada cual a su redil —dicen los comilones de
lo ajeno, que no están los tiempos para remilgos y no hagan asco a los llamados
servicios sociales mientras sigan ahí, caramba.
Mientras, y como quien oye llover, se oyen
campanas de que el Gobierno “hace lo que tiene que hacer” y, “está haciendo lo
que tiene que hacer”. ¿Se puede saber si en el lote, el Gobierno “sabe” lo que
sin pérdida de tiempo debe hacer? Un suponer para que no se diga: ¿va a obligar
a los despilfarradores y estafadores a devolver ipso facto lo robado, con los réditos pertinentes? ¿Y si dichos
sujetos prueban a regalarse unas largas vacaciones en galeras? ¿Qué tal un
trabajito en Laponia? ¿No son tiempos de apretarse el cinturón? Pues eso.
Y sigue el reguero de suculentas dádivas a una
serie de apéndices que han ido creciendo y engordando con supuestos proyectos deportivos
y de lo que se tercie. Con sólo presentar sus tarjetones, todo en bandeja, y a
vivir a costa de nuestros quebrantos, abocándonos a la intemperie, al sumidero
del paro y, por consiguiente, a nuestra ruina más absoluta.
Y puestos a rescatar de los más procelosos vericuetos
de mis entendederas a la media neurona que amenaza con hacer mutis por el foro,
me pregunto: ¿qué habrá sido de los políticos dispuestos a levantar alfombras y
tapices? ¿Se habrán encontrado, por un casual, con alguna que otra sombrillita
y estarán tomando el sol tan ricamente?
Parece
que una de las “soluciones” que el señor Juan Rosell tiene en el entrecejo para
crear más y más empleo, sería los contratos “minijobs”. La “palabreja” suena a
mini, ¿no? Pues claro. Se trata de partir un trabajo decente en rodajas y, solidariamente
como suelen hacer los que menos tienen, repartirse tan ricamente las migajas.
Fantástico. Han escuchado bien. Repito, “fantástico” si los que proponen
sueldos de miseria se adjudicaran su propia medicina, y dejen de apropiarse lo
que no les pertenece. Sueldos y sobresueldos extratosféricos. Regalazos súper
millonarios en recompensa a su pésima gestión y al despilfarro. Jamás se ha
visto que a los malversadores se les premie por llevar a sus empresas a la
ruina, y al pequeño y confiado ahorrador avocado a la desesperación.
Una
jauría de oráculos vaticina que no queda otra que aguantarse. Cada día los que
más tienen, tienen más y más hambre de riqueza. Y los políticos con el trasero
agarrado como lapa a su sillón, avezados a vivir del sudor ajeno, al acomodo,
pasando olímpicamente por encima de las promesas que han lanzado a sus
ciudadanos, ajenos éstos a sus chanchullos, a sus mentiras, a la amnesia del
día después de tomar de prestado nuestro voto. Y ahora nos amenazan con “primitas
de alto riesgo” “minijobs” y “rescates” sin que, por más que lo intento, acierte
a saber dónde me he perdido.