Cómo me preocupan los políticos. Algunos hasta tienen que pagar de su
bolsillo el agua para ducharse, además de hacerse cargo del recibo de las
eléctricas, je, je, eso no está al alcance de cualquiera. No disponen de antenas parabólicas; qué fastidio, no se
lo pueden permitir con el suculento sueldo que cobran tocante y mal sonante. No
disfrutan de palacios de regalo, pudiendo disfrutarlos. ¡Pobres! ¿Qué manera de
sacrificio es ese? Quién sabe. A saber si con tantas privaciones ahorran para
una infusión de tila, y a dormir a pierna suelta. A veces no hay mal que por
bien no venga. Algo es algo, ¡caramba!
Se me eriza la piel cuando pienso
en ellos, sacrificados por su pueblo hasta el cogote. ¿Los políticos no estarán
hechos de alguna pasta especial que
ni se enteran de la infinidad de familias que cada día miran al cielo por si
alguien se digna a tirarles unas migajas? No sé, no sé. Estas cosas me dan mucho
que pensar.
A los políticos, de cualquier
color o linaje, cuando les da un aire de hacer política, para mí que les entra
un non se qué, que no se pueden aguantar:
Se visten con pantalones
vaqueros, bien restregados y centrifugados, que no se note que aún les cuelga
la etiqueta. Camisetas sin un color
definido, como si estuvieran frotándolas una semana con jabón de sosa.
Cazadoras ídem. Y a dar un revoleo por los mercados regalando apretones de
manos y “besos de percal barato”. Todo a pedir de boca. El momento es de
rechupete y no te menees, como para hacer asco a tales atenciones. Pero, ¡ay!
Cuando barruntan que todo está más que dicho y nos tienen bebiendo de sus
manos, se acabó el presupuesto para estos y los demás menesteres. El esfuerzo
ha sido de órdago… Un momento, un momentooo. El conductor de sus “cacharros”les
espera con el motor en marcha. No es para menos. Les queda mucho por hacer.
Muchos “apaños” que gobernar. Como jugar una partidita a los “marcianitos” o al
tres en raya, eso relaja y no tiene espera. Una “siestecita” en el sillón de
plumas, qué gozada. Los pobres están hasta el gorro de disimulos y paparruchas.
Mañana será otro cantar.
El sillón de mando es más que
confortable, como para tirarlo por la ventana. ¡Pobres!. Y yo preocupada y con estos pelos.