sábado, 27 de febrero de 2016

¿HAY QUE AGUANTARSE...?



                                   ¿HAY QUE AGUANTARSE…?

        
       ¿Hay que aguantarse con lo que está cayendo? Esta es la tónica que últimamente se repite en todos los mentideros, que lanza al sufrido "escuchante" a bucear cada día en la prensa escrita, a escuchar noticias de última hora no vaya a ser que las “parientas” de las que no se tenía pajolera idea, se nos tiren a la yugular —entiéndase por “parientas”, primas de alto riesgo, subidas y bajadas de la bolsa, rescates, amén de asistir como papanatas a los debates televisivos en donde los tertulianos se despachan a gusto exponiendo, con mejor o peor criterio, lo que se cuece en nuestra piel de toro, cada día más parecida a la de un becerro apaleado.  
       De cuando en cuando intervienen personas sesudas a las que el respetable pide utilicen palabras sencillas para que entendamos eso tan grave que amenaza a nuestras pobres entendederas y de la que, para no variar, se van a librar los que siempre se libran de sus propios tejemanejes.
    Y entre chaparrón y chaparrón, dimes y diretes, se cuela la preguntita de marras: ¿De dónde proviene el cordón umbilical presto a descalabrarnos? Menos cachondeíto, por favor, y sean todo oídos.
     Digan si entre la barahúnda de opinantes, no sienten en falta la palabra de alguno de los cerca de cinco millones de parados, cuyo mayor pecado fue pensar que con su trabajo iba a poder comprar una chabola, con opción a pagar en treinta o cuarenta años.
  —De dónde habrán salido tantos majaderos —regurgitan incansables miles de avispas cajoneras, dispuestas a dar puntillazo si nadie escucha sus arengas.
     ¡Pues no! Demasiado manida la historieta del ladrillazo, caramba. Esto sólo está en la cabeza de los que tienen ante sus ojos un bisoñé de musarañas y no tienen los redaños que hay que tener para cantar las verdades, caiga quien caiga, y pese a quien le pese.
      Y ante nuestros ojos se abre la Caja de Pandora trasmutada en reptil que afirma, sin el menor sonrojo, se ha engullido nuestro “estado de bienestar”.
    De su "banduyo", en vez de un sabrosote pan, salen sapos pestilentes que devoran hasta el último tentempié. No se preocupen —nos dicen los que saben manejar como nadie nuestra calderilla—, que si nos han confiado sus ahorrillos, afuera preocupaciones y a vivir que son dos días.
    ¡Uffff…!!! Se percibe un cierto hedor a podrido en el mercadeo de sujetos “capacitados” en el manejo de todo lo divino y humano. A saber: banqueros, altos directivos, consejeros, supervisores y políticos de medio pelo y mejor fuelle. Señores y señoras, de supuesta honorabilidad, que no tienen empacho en no tener empacho y disfrutan de viajecitos y hotelazos sin tener mala conciencia con los que han perdido su trabajo y, a renglón seguido, su chabola sin otro horizonte que hacer de “ocupas” junto a su familia, en las frías baldosas de la calle.
     Cada cual a su redil —dicen los comilones de lo ajeno, que no están los tiempos para remilgos y no hagan asco a los llamados servicios sociales mientras sigan ahí, caramba.
     Mientras, y como quien oye llover, se oyen campanas de que el Gobierno “hace lo que tiene que hacer” y, “está haciendo lo que tiene que hacer”. ¿Se puede saber si en el lote, el Gobierno “sabe” lo que sin pérdida de tiempo debe hacer? Un suponer para que no se diga: ¿va a obligar a los despilfarradores y estafadores a devolver ipso facto lo robado, con los réditos pertinentes? ¿Y si dichos sujetos prueban a regalarse unas largas vacaciones en galeras? ¿Qué tal un trabajito en Laponia? ¿No son tiempos de apretarse el cinturón? Pues eso.
    Y sigue el reguero de suculentas dádivas a una serie de apéndices que han ido creciendo y engordando con supuestos proyectos deportivos y de lo que se tercie. Con sólo presentar sus tarjetones, todo en bandeja, y a vivir a costa de nuestros quebrantos, abocándonos a la intemperie, al sumidero del paro y, por consiguiente, a nuestra ruina más absoluta.
    Y puestos a rescatar de los más procelosos vericuetos de mis entendederas a la media neurona que amenaza con hacer mutis por el foro, me pregunto: ¿qué habrá sido de los políticos dispuestos a levantar alfombras y tapices? ¿Se habrán encontrado, por un casual, con alguna que otra sombrillita y estarán tomando el sol tan ricamente? 
    Parece que una de las “soluciones” que el señor Juan Rosell tiene en el entrecejo para crear más y más empleo, sería los contratos “minijobs”. La “palabreja” suena a mini, ¿no? Pues claro. Se trata de partir un trabajo decente en rodajas y, solidariamente como suelen hacer los que menos tienen, repartirse tan ricamente las migajas.
      Fantástico. Han escuchado bien. Repito, “fantástico” si los que proponen sueldos de miseria se adjudicaran su propia medicina, y dejen de apropiarse lo que no les pertenece. Sueldos y sobresueldos extratosféricos. Regalazos súper millonarios en recompensa a su pésima gestión y al despilfarro. Jamás se ha visto que a los malversadores se les premie por llevar a sus empresas a la ruina, y al pequeño y confiado ahorrador avocado a la desesperación.
     
     Una jauría de oráculos vaticina que no queda otra que aguantarse. Cada día los que más tienen, tienen más y más hambre de riqueza. Y los políticos con el trasero agarrado como lapa a su sillón, avezados a vivir del sudor ajeno, al acomodo, pasando olímpicamente por encima de las promesas que han lanzado a sus ciudadanos, ajenos éstos a sus chanchullos, a sus mentiras, a la amnesia del día después de tomar de prestado nuestro voto. Y ahora nos amenazan con “primitas de alto riesgo” “minijobs” y “rescates” sin que, por más que lo intento, acierte a saber dónde me he perdido.